

Quitar uñas acrílicas en casa puede sonar fácil, pero cuando llega el momento... uff, no lo es tanto. Esa mezcla de ansiedad por liberarte de ellas y miedo a dañar tus uñas naturales suele aparecer. He pasado por eso, ese instante en el que una uña ya se levantó un poquito y la tentación de arrancarla con los dientes es enorme. Pero créeme, hay formas mucho más seguras, menos dolorosas y que no te dejan las manos hechas un desastre.
Y sí, todas queremos sentirnos cuidadas sin gastar una fortuna en el salón. La buena noticia es que con paciencia, algunos truquitos caseros y un poquito de amor propio, puedes despedirte de las uñas acrílicas en casa sin arruinar tus uñas. No es magia, es simplemente saber cómo hacerlo paso a paso y darte el tiempo de cuidarte en el proceso.
Las uñas acrílicas nos salvan en tantas ocasiones… bodas, vacaciones, entrevistas, incluso esos días en los que simplemente queremos sentirnos poderosas con las manos impecables. Pero la parte que casi nadie nos dice es lo frágiles que pueden quedar nuestras uñas naturales si no las retiramos con cuidado. Arrancarlas de golpe es tentador, sí, pero lo que no vemos a simple vista es que al jalarlas también arrancamos capas de nuestra uña real, debilitándola como si le estuviéramos quitando su “piel”.
Una uña natural dañada no solo se ve fea… también duele. Aparecen grietas, descamación, sensibilidad al tacto, y lo peor: puede tardar meses en recuperarse. Y mientras tanto, te da vergüenza mostrar tus manos o pintarlas, porque no hay esmalte que disimule el daño. Por eso, retirar las uñas acrílicas correctamente es un acto de autocuidado. Es elegir la paciencia sobre la prisa, la salud sobre la apariencia inmediata.
Además, hacerlo bien es una manera de escucharte a ti misma. Tus uñas hablan de tu bienestar: si las cuidas, se fortalecen, crecen y brillan. Si las maltratas, tarde o temprano te lo hacen pagar. Así que sí, quitar uñas acrílicas de forma correcta no es solo un paso estético, es un compromiso contigo, con tus manos y con la imagen que reflejas cada vez que saludas o acaricias.
Preparar el espacio y los materiales es casi como armar un pequeño ritual de belleza en casa. No necesitas demasiado, pero sí lo justo para que el proceso sea seguro y cómodo. Ten a la mano:
Opcional pero recomendable: una toalla pequeña para proteger la mesa, un bowl con agua tibia y un poco de música relajante (sí, porque este rato puede convertirse en un momento solo para ti).
Este es el método más común y efectivo, pero requiere paciencia. No es de “me lo hago en cinco minutos y ya está”. Si lo haces con calma, no solo ahorrarás dinero del salón, también evitarás que tus uñas sufran.
Un pequeño consejo personal: nunca hagas este proceso con prisa ni en medio del caos. Dedícale su tiempo. Quitar uñas acrílicas en casa con acetona puede convertirse en un ritual de autocuidado, un espacio íntimo donde además de cuidar tus manos, también te regalas calma.
No todas tenemos buena relación con la acetona pura. Algunas sienten que reseca demasiado la piel, otras simplemente odian su olor fuerte… y sí, también hay quienes buscan opciones menos agresivas para sus uñas. Lo cierto es que existen métodos alternativos que, aunque requieren más tiempo y paciencia, resultan más suaves y respetuosos con tus manos.
La primera opción es el remojo en agua tibia con jabón. Es el más casero y seguro, aunque también el que más paciencia pide. Solo tienes que llenar un bowl con agua caliente (que no queme, solo tibiecita) y añadir un chorrito de jabón líquido. Mete tus manos durante 20 minutos. El agua ayuda a ablandar el acrílico y el pegamento, lo que permite levantarlo poco a poco con un palito de naranjo. No esperes que salga todo de una vez, tendrás que repetir el proceso varias veces y acompañarlo con limado suave.
Otra alternativa es el aceite caliente. Sí, ese aceite de oliva o de coco que usas en la cocina o para el pelo puede convertirse en tu aliado. Calienta un poco (con cuidado de no quemarte), y remoja tus uñas durante 15 a 20 minutos. El aceite no solo ayuda a suavizar el acrílico, sino que hidrata tus cutículas al mismo tiempo. Después, usa una lima para rebajar y un empujador para retirar lo que ya se haya levantado.
Un truco que muchas usan es la mezcla de agua tibia, jabón y unas gotas de aceite. Funciona como un tratamiento más nutritivo que, poco a poco, va debilitando el acrílico sin agredir la uña natural. La clave aquí es la constancia: hacerlo varias veces en la semana hasta conseguir retirar todo.
Lo que debes recordar es que los métodos sin acetona no son instantáneos. Requieren amor y mucha paciencia. Pero la recompensa es grande: menos resequedad, uñas más protegidas y esa sensación de estar mimándote sin químicos tan fuertes.
Aquí es donde muchas se equivocan: creen que quitar el acrílico es el final del proceso. En realidad, es el comienzo. Tus uñas quedan más delgadas, más sensibles, como si hubieran pasado por una dieta estricta y necesitaran recuperar fuerza. Si las dejas a su suerte, se rompen, se doblan o se descaman. Por eso, los cuidados posteriores son tan importantes como el retiro mismo.
Lo primero es hidratar. Tus uñas y cutículas necesitan agua y aceites. Masajea un aceite de almendras, de oliva o incluso de coco alrededor de cada uña, varias veces al día. Este gesto tan simple cambia por completo la recuperación.
Lo segundo es darles un respiro. Evita aplicar inmediatamente otro set de uñas acrílicas o de gel. Aunque sea tentador para “tapar” el daño, lo único que logras es prolongar el maltrato. Déjalas libres al menos un par de semanas. En ese tiempo, aprovecha para aplicar tratamientos fortalecedores transparentes que nutran y protejan la uña.
También es fundamental limarlas y pulirlas con suavidad. No intentes dejarlas demasiado perfectas de golpe, porque la uña natural está más blanda y podrías desgastarla. Una lima fina basta para mantenerlas en forma mientras se regeneran.
Y por último, protege tus manos. Usa guantes cuando laves platos o limpies, porque el contacto directo con productos químicos puede volverlas aún más frágiles. Piensa en este cuidado como un escudo: cada vez que te proteges, estás ayudando a que tus uñas vuelvan a brillar.
Cuidar tus uñas no debería ser solo un momento después de quitar el acrílico, sino un hábito continuo que las fortalezca desde dentro y desde fuera. Aquí te comparto algunos consejos que funcionan (los he probado y sí, hacen diferencia):
Piensa en tus uñas como una extensión de ti misma: si las maltratas, se quiebran. Si las cuidas con cariño, florecen. Y créeme, no hay nada más bonito que ver tus manos radiantes, no solo por estética, sino porque reflejan tu forma de quererte.
Relacionado